Se me presenta una situación muy interesante. Un kilogramo de sonrisas a cambio de mucho movimiento y sudor. He aceptado al instante. No me pude resistir al placer que me iba a dar contemplar esos labios mostrando unos dientes tan vivos.
Quizá me arrepienta en el momento en que derrame la sangre para lograrlo. Sí, es posible, quién sabe. Pero, ¿se me había presentado hasta ahora algo así? No, qué va. No importa si me amputan el brazo: seguiré con mi deseo adelante.
Sé que mil gracias son insuficientes ya que mi sonrisa también será el resultado de esa oportunidad. Por primera vez en mucho tiempo me siento prácticamente satisfecho con mi vida. Es raro en mí oír esto. No os acostumbréis.
Lo que culminaría la felicidad es algo llamado Gold Coast, pero no tengo prisa alguna. Objetivo que me propongo, lo cumplo. Antes no alcanzaba ninguno pero, ahora, de repente, consigo todo. Todo. ¿Sabéis lo que eso significa para mí? Algo muy grande.
Algo creo sacar en claro. Una sola palabra es el origen de mi felicidad, que ha llegado a combatir contra el mismísimo paraíso australiano. Se trata de Zaragoza. Desde septiembre de 2011 solo un pensamiento cabe en mi cabeza: No me arrepiento de nada.
Vais a comerme todos el NAP
Kirby
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