Echa a volar con mis promesas. Quiero que toquen el cielo azul. Alzo mis brazos para intentar alcanzarlas y me siento henchido de una felicidad mística. Las nubes comienzan un baile clandestino que parece anunciar buen tiempo. Mis lágrimas brillan en armonía con mi sonrisa.
Puede que hoy no sea capaz de adquirir el tono blue de otras veces, pero no lo siento. Hoy el verde me inunda. Entra el aire por mi nariz y cubre cada uno de mis huecos con una sensación de plenitud. Sé que este pensamiento es momentáneo y que volveré a la realidad. Pero me gusta.
La felicidad se puede obtener de muchas maneras y materializar de varias formas. Pero la mayor de todas solo se alcanza con la sencillez de lo humano. Creo que veréis y pensaréis que esta entrada no solo es diferente a las otras sino menos sincera y espiritual solo por tener alguna semejanza con lo que escriben niñas ilusas de quince años. Lo siento, es lo que noto en mi pecho.
Aunque realmente no quiero disculparme por esta emoción que me embarga. Por un día desplazo mi True Facade Mask para dejar vislumbrar un ojo a través de la pequeña rendija que nace de esta osadía. No quiero que mi blog alcance este calibre y color siempre pero no viene mal sentirse a gusto por un día. Eh, dejadme ser egoísta.
Cojo un globo de plástico y comienzo a llenarlo con mi boca, que escupe sueños de esperanza. Una vez lleno le hago un nudo con la seguridad de que no se deshará. En principio pienso en atarle un hilo para que no se escape pero es mejor dejarlo libre y que huya. Al fin y al cabo lleva algo mío dentro de él.
Dejadme extenderme abierto hacia el prado de la primavera. Quiero sentir su brisa y su suave calor masajeando mi dañada y fría piel. Quiero que el sol salude cada una de mis células con una fuerza que olvidó durante unos meses. Y sentarme en el césped con los brazos apoyados atrás a disfrutar de unos minutos de paisajes bucólicos. Dejadme solo, cabrones.
Tick, tack, heart attack
Kirby
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