Y aquí me hallo, frente a la puerta de siempre. Su color rojizo me recuerda las víctimas que allí maté para intentar abrirla. Abrí todos sus estómagos para buscar la llave. Pero no estaba en ninguno. Allí solo quedaron los cadáveres destripados de quienes decidieron confiar en mí.
Por el día vivo normal pero, al llegar la noche, veo el carmesí que brilla en mis manos y brazos... En mi cara... En mi ropa. Me he intentado lavar pero siguen ahí, esas manchas. Al final las he decidido aceptar como parte de mí.
Soy un asesino de sueños y de vidas. Un psicópata en el sentido literal de la palabra. No puedo sentir cosas reales. Siempre intento solucionar la dependencia de otros... Y al final soy yo quien sufre la peor de las dependencias emocionales.
Te veo, te cojo, te mimo y te mato. Mis lágrimas se tornaron del color del pecado. A muchas personas entregué un regalo que llevaba escondida una bomba temporizada. Me lo agradecieron el tiempo que duró la espera y, al final, estallaron junto con esas palabras.
A veces intento sujetar yo una de esas bombas, para acabar con esa cadena absurda. Pero acaban quitándomela de las manos y quedándosela. Y les explota a ellos. Me salvan en un heroico y estúpido acto suicida.
Pero no desisto. Sigo intentando colocarme esa bomba entre las manos y aguantar hasta el último segundo. Sé que algún día no quedará nadie que pueda hacerse cargo de ella y por fin pueda cerrar los ojos y decir "Gracias" y "Perdón" antes de que, tanto las palabras como mi propia existencia se las lleve el viento.
Vais a comerme todos el NAP
Kirby
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