Cuán bella me resulta la salvaje esfera blanca en el anochecer. Con sus despiadadas garras provoca el desgarrador llanto del cielo nocturno. Esa sed de sangre tan envidiable es el deseo de todo cruel asesino de sueños. Y ella ríe ante nuestras miradas mortales. Ríe y ríe.
Su reflejo en el cuenco de lágrimas celestiales es sincero, y no la imagen que equivocadamente vemos al alzar los ojos al manto negro. Lo que creemos distorsión es realidad y la perfección que vemos es una ilusión. Su maquillaje psicológico es sumamente perfecto.
Pero, ¿por qué su tono varía tanto ante nuestra sorprendida visión? Blanca, azul, naranja. Cuando esta se encuentra impoluta significa que nos falta algo. Si, al contrario, la hallamos acuosa, significa que no podemos seguir. Y si nuestra retina es atacada, peligro.
Pero esta noche tiene un tono distinto. No es azul, pero tampoco roja. Ese tono tan extraño y alternativo... Es morada. Lo veo, lo siento, lo huelo. Su gravedad es, hoy sobre mí, tan sumamente fuerte que no puedo evitar ser arrastrado por su estela de encantos.
Tick, tack, heart attack
Kirby
No. no entiendo una mierda. Estaría bien que algún día escribieses sin más lo que sientes.
ResponderEliminar