Es la historia de la serpiente que se muerde la cola. Su nombre es poco conocido aunque su símbolo tiene grandes prestaciones. Hablo del Uróboros (u Ouróboros), símbolo de los alquimistas que representa el ciclo. La naturaleza es Uróboros. La vida ERA Uróboros.
Pero llegó el humano y con el poder supremo se puso a arrasar con todo. Destrucción a cada paso. Esa naturaleza tan absurda del homo sapiens. ¿Equivale la sabiduría a la ruina a largo plazo? Podría ser que un Uróboros superior a aquel que creemos moribundo maneje toda esta situación. Nuestra extinción estaría entonces programada.
Sus escamas comienzan a arañar la superficie de la burbuja que protege nuestros intereses. Sus giros erosionan nuestra seguridad evolutiva. Está llamando al fin original. Al principio apocalíptico. Sus plegarias hacen rugir al viejo Ragnarok.
Es el momento de sanar al joven reptil y de detener a la furiosa madre. Para ello deberemos recurrir a la única pista que los antiguos nos dejaron. Lo que en principio parecía metafísica y filosofía resultó ser retórica y ciencia. Luchemos, pues.
Tick, tack, heart attack
Kirby
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